El Caballero Don Quijote. Óleo sobre lienzo 100 x 81cm.
Cartel. Grafito 100 x 70cm.
Locura. Carboncillo 100 x 70cm.
El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha es una novela,
sólo una novela.
Salvo, claro está, que es la mejor novela que se haya escrito en
el mundo, en todos los idiomas. a lo largo de todas las
generaciones y en todos los tiempos. Lo cual no es pequeña cosa,
para honor de Don Miguel de Cervantes Saavedra, un madrileño de
Alcalá de Henares, hijo de un cirujano que arrastraba a partes
iguales seis hijos y su mediocridad. Miguel, con un padre
fracasado, una hermana monja y una madre enérgica, se curtió muy
pronto en la vida. En realidad, su vida fue connatural a su
tiempo. España era entonces la primera potencia del mundo, con
pie en los cinco continentes y soldados, frailes y burócratas en
todos ellos. Mejor dicho, Miguel conoció con Felipe II la grandeza y con Felipe III la decadencia española,
aunque esas cosas no las notara porque se necesita cierta
perspectiva. Desde el 12 de octubre de 1547, al 23 de abril de
1616, Miguel de Cervantes conoció muchas ciudades, muchos
oficios, muchas fatigas y escasa gloria. Vivió bastante, casi
setenta años, pero su vida fue un largo otoño de dolores
materiales y morales, de prisiones y cautiverios. Era de
carácter bondadoso, sensual, propenso a la credulidad, vagabundo
un poco a la fuerza y propicio, como su hijo literario, a topar
con la justicia de los hombres. Empero, no tratamos aquí de
insertar su biografía entera Que de tan densa, aunque la
resumiésemos a linea por acontecimiento, no cabria. Tenemos que
decir de él: Fue el autor del Quijote y tendremos más que suficiente,
aunque con ello cometamos una
injusticia. ¿Injusticia... ? Sí. ¿No han visto ustedes el
monumento a Cervantes en Madrid, y en general todos los que tiene levantados por el ancho mundo?
Consiste. primordialmente, en un primer plano destacado, con
estatuas al natural de Don Alonso Quijano y Sancho Panza, y, al
fondo, un busto pequeño de Cervantes. Es decir, lo creado
absorbe al creador, lo anula casi. Siempre se le antepone,
siempre lo oscurece. Nadie se acuerda del Cervantes costumbrista
magnifico en Rinconete y Cortadillo que sabe describir la
locura en El licenciado Vidriera, el fenomenal esforzado de
Los trabajos de Persiles y Segismunda, el artífice de La
Galatea, el comediógrafo de Numancia o Los baños de Argel.
Por decir, no se dice que Cervantes escribió el
Quijote. sino que el Quijote fue escrito por un tal Cervantes. A
mi, siempre. me ha rebelado tamaña injusticia, aunque bien
meditado la tal es la mejor señal de la grandeza literaria. Tan
grande es el Quijote, que como la Biblia, como Las mil y una noches, no parece obra de un solo ser
humano, sino el producto decantado de un pueblo. unas doctrinas,
unas condiciones vitales.
De hecho, esto sucede con muy pocos libros: La
Ilíada, El Ramayana, El libro de los muertos, Guerra y
paz, Fausto y pocos, pocos más. Es la gloria de lo que sale
redondo, no porque su perfección radique en primores literarios,
sino porque refleja, incluso en sus
imperfecciones la condición humana en la
plana dimensión del tiempo.
¿Y quién es este
famoso Don Quijote? Una burla, una broma bondadosa escrita por
un escritor ya viejo y cansado. que mojó su pluma en la
sinceridad más absoluta. acertando plenamente a ser eje de una
de esas épocas de transición que marcan el giro de la historia.
La primera edición de Don Quijote ( se puede escribir sin
comillas; tan real es que se admite su existencia hasta
gramaticalmente hablando) se publicó en 1605, aunque algunos
hablan de otra anterior, y se supone que Cervantes la comenzó a
escribir en 1598. Es decir la primera parte,
aquella que acaba cuando la ama, el cura y el barbero
queman los libros del hidalgo don Alonso, creyendo terminada su
aventura. Así rematada, la historia del Caballero de la Triste
Figura hubiera sido una novela ejemplar, tipo La Gitanilla pero
tenia demasiada fuerza y ello podía ser visto hasta por el
autor. Y escribe la segunda parte, que se publica en 1615, seis
meses antes de la muerte de Don Miguel. Que el libro tenia más
partido, lo demuestra la mala gana con que lo termina Cervantes
y las muchas imitaciones que ha tenido.
Desde entonces acá, desde 1605 a 1965. desde la
edición de Juan de la Cueva a ésta, que es la ultimísima (aunque
no lo será por muchos días), las ediciones se han sucedido
ininterrumpidamente. Después de la Biblia es el libro más
traducido y editado del mundo. Se calcula que van cerca de tres
mil ediciones y son casi medio centenar
las que aumenta cada año. Los mejores artistas, los pensadores
más insignes -posteriores a Cervantes-, los glosadores más
preclaros han escrito poco o mucho sobre el Quijote. La
bibliografía sobre Cervantes y su obra es tan extensa como las
ediciones de la novela. Si eso es la gloria, Don Quijote de la
Mancha es un libro glorioso; si la fama es el reconocimiento
tácito de unas virtudes, Cervantes es un escritor famoso; y si
el mito es la andadura humana hecha tópico por los siglos de los
siglos, Alonso Quijano y su escudero
Sancho son el mito más fuertemente enraizado de la literatura
mundial.
¿Qué hizo ese hidalgo manchego para ser tan famoso? Muy poca
cosa: ser apaleado constantemente, estar loco y soñar aventuras
descabelladas en un mundo eminentemente prosaico. ¿ y por eso es
tan famoso? Por eso y por haber perpetuado en el bronce de los
siglos la supremacía del ideal, de la locura sublime ante la
vulgaridad de la existencia. Por eso y por haber hecho de una
rolliza aldeana la más sutil y hermosa figura femenina. Por eso
y por haber confundido unos molinos de viento con gigantes. Por
eso y por atacar, con malas armas y flacas fuerzas, a enemigos
desmesurados, sin miedo, sin volver la cabeza, sin
medir las consecuencias, atento sólo a los dictados de la
caballerosidad, el honor y la justicia. Hoy día se llama quijote
al ser humano que hace una quijotada es decir, algo a lo que no
estaba obligado, pero que establece en el mundo la fe en la
condición humana y la dignidad en el trato. Ser quijote es
luchar contra los esfuerzos las injusticias, las ruindades de
los poderosos; ser quijote es amar la belleza inútil, la locura
bondadosa, es arriesgar la vida por salvar un niño, por arrancar
una flor, por oponerse al abuso; ser quijote es mantener la
supremacía del individuo frente a la masa; creer en la belleza
mejor que en la
utilidad y decir las verdades sin temor a las consecuencias. Por
eso el Quijote es eterno. El mundo necesita este freno, esta
locura; esta roca contra la corriente, De no existir, habría que
inventarlo. Es la diferencia entre hacer lo que se puede y lo
que se debe. Por eso, y vuelvo al principio, siendo el Quijote
una novela, llega casi a ser un libro
religioso, o por lo menos, un paradigma de las virtudes humanas
de un pueblo. Aquí si se entiende que algunos no quieran que se
desvirtúe la esencia de un libro de tanta calidad. Aquí es donde
digo yo que tanta es su fuerza que hasta una mala película lo
engrandecería.
Cervantes situó a
sus héroes a principios del siglo XVII y en un lugar de España
muy discutido. ¿Por qué en la Mancha? Don Miguel, que había corrido mucho mundo,
podía haber situado su historia en cualquier parte, y lo hizo,
con toda intención, en la Mancha, una comarca natural entre
cinco provincias, terreno llano, seco, árido y soleado; casi un
desierto donde la vida se habla remansado, apto para todo
contraste o cuando menos para que un hidalgo, creyéndose en la
época de Amadis, chocara con el ambiente natural. Don Alonso
viste una armadura de sus antepasados, vieja de doscientos años,
que es algo así como si ahora, un personaje creado en nuestra
época, vistiese uniforme a la federica.
En esta tesitura, Cervantes desequilibra a su hidalgo, pero deja
intacto el mundo de su tiempo. Los otros, los testigos, amigos, enemigos o indiferentes,
comprenden en seguida que el caballero está loco, le siguen o no
la corriente, pero sin disparatar ellos mismos. y del contraste
de la brutalidad misma de las escenas, brota la grandeza de la
aventura. Don Quijote de la Mancha es un' libro divertido'
pero la suya es una diversión triste, amarga que duele en las
entrañas. Cervantes, con un humor negro, humilla a su caballero
bajo los golpes villanos, pero lo levanta nuevamente, lo
enfrenta al cosmos, realista, pintoresco, gregario, y lo expone
nuevamente al peligro. Quizá demuestre la ruina de la épica,
pero deja un bello ideal y una herencia fabulosa. Y no seguimos más,
por no repetirnos, por no repetir lo mucho que se ha escrito
sobre el tema. En realidad, el Quijote no necesita comentarios. Es un
fantasma que vaga por los campos, por las imaginaciones, por las
conductas humanas. Su fuerza es tanta, que incluso sin leerse se
le conoce.
Posiblemente éste sea su peligro. Aparte de conocerle, amarle,
incluso practicarle en pequeña o grande escala, lea usted,
también, esta singular, amarga, grandiosa novela. Léala
porque Cervantes hizo maravillas con el idioma. Nunca un
instrumento de trabajo caló tanto y tan hondo en los tejidos
humanos; nunca la razón y la locura fueron sometidos a tan
completo análisis. La sutil línea que existe entre lo
sublime y lo ridículo, nunca fue burlada tan donosamente como lo
hiciera el alcalaino Miguel de Cervantes. hijo de don Rodrigo,
un cirujano mediocre, hace ya trescientos sesenta años..
PRÓLOGO, DE TOMÁS SALVADOR, A LA EDICIÓN DE EDITORIAL PETRONIO DE 1965